Si lo feo tuviese un nombre, sería GARGAMEL. Si la obsesión tuviese un rostro, sería exactamente como el de Gargamel. Este malvado hechicero está devorado por todo lo pitufesco: es en lo único que piensa, es de lo único que habla, y lo único que siempre ha querido. Un cero en cuanto a magia y un -100 en el tema higiene, Gargamel está siempre maquinando intrincadas maneras de capturar a los legendarios pitufos para drenarles su “esencia”: ¡el ingrediente clave para crear el más poderoso de los conjuros! Gargamel hará lo que sea para capturar a un pitufo, incluso perseguirlos a la ciudad de Nueva York, ¡todo para convertirse en el hechicero más poderoso del mundo!
Hank Azaria asume el papel del aprendiz de brujo. “Gargamel es malvado y está bastante orgulloso de ello”, afirma Azaria. “Aspira dar el gran salto y pasar de ser un hechicero incapaz a ser un gran brujo. Por eso está obsesionado con los pitufos: necesita su mágica esencia azul para convertirse en alguien más poderoso”.
Pero la relación de Gargamel con los pitufos no se explica tan fácilmente. “Creo que en realidad odia a los pitufos porque son una gran familia feliz y él está solo con su gato. Está motivado por un odio llano y antiguo. Es un personaje muy jugoso a muchos niveles”.
Decantarse por las características vocales de Gargamel requirió de una combinación de diferentes enfoques. “Gargamel es muy teatral, no solo quiere ser un gran hechicero, sino que quiere ser venerado y que todos le consideren un genio. Quiere buena prensa”, describe Azaria. “Tuvimos una larga conversación acerca de si debía sonar shakesperiano y engreído, como si fuera un viejo actor de teatro, o si deberíamos hacerlo más sarcástico en lugar de que gritara todo el tiempo. Pero finalmente, no puedes interpretar Gargamel sin gritar. No es posible. En el momento en que ve un pitufo tiene que perder la cabeza, si no, no es Gargamel”.
Por supuesto, no era suficiente que Azaria sonara horrible, también tenía que verse espantoso. Para volverse lo suficientemente feo Azaria necesitaba varias horas de maquillaje. “Comenzaba con las orejas”, relata el actor. “Gargamel tiene unas enormes viejas orejas y una gran vieja nariz y había que poner mucha pintura para que todo se viera parejo”.
Entonces llegamos al cabello, pero Azaria facilitó el proceso, decidiendo afeitarse la cabeza. “El equipo aplicaba el extraño cabello tipo monje de Gargamel, luego las cejas y luego me ponían una inmensa dentadura postiza”.
Esa enorme dentadura en ocasiones salía volando de la boca de Azaria durante alguna escena. “Al principio fue muy complicado”, continúa. “Tuve que practicar mucho para poder hablar con ella. Y a veces salía despedida de mi boca en medio de alguna de las secuencias en las que más gritaba”.
El socio criminal de Gargamel es Azrael, su gato. Y Azaria descubrió que no solo tenía que imaginar su relación con los personajes de la historia como un actor real, sino que también tenía que trabajar con un gato de verdad. “Quería que la relación con el gato fuera como el de un matrimonio mal avenido”, explica Azaria. “Si le hablas al gato, tiene sentido. Y si el gato tiene como respuesta una actitud aburrida, es incluso más gracioso”.
Cuatro gatos interpretan el papel, y en ciertas escenas, los realizadores decidieron emplear a un Azrael animado en CGl (de Tippett Studios). Azaria dice que aunque trabajar con animales requiere de mucha paciencia, la retribución vale el esfuerzo. “El gato verdadero incluso nos dio el perfecto maullido en cámara”, concluye el actor.